Quizás
mi cuerpo
fue construido como refugio.
Quizás las grietas
de mis labios
se trazaron
para abrir camino
a los viajeros cansados.
Quizás mi piel era
el fuego
que necesitaban
en las noches de tormenta
(en sus corazones)
o puede que mis manos
esculpieran sus mitos
y leyendas sobre mí.
Quizás alguna vez
me paseé en sus sueños,
con el corazón en una mano
y sus pieles en la otra,
como si mi nombre
se transformara
en un secreto inconfesable y allí
vistiera con la verdad
que solo ellos conocen.
Quizás alguna vez
fui un fuego inapagable,
un pensamiento irrompible,
un suspiro contenido.
Quizás
y solo quizás
fui musa
y no solo poeta.
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