Me pasé la vida huyendo de espejos y miradas,
perdiendo la vida en cada verso,
palabra
o reflejo
donde alguien siquiera
entretejiera mi nombre.
Ahí,
cómodamente en la penumbra,
se alimentaba un vacío
casi tan grande como yo misma
donde un día,
sin aviso,
solo quedó de mí una sombra
Aún con todo, la vida a menudo me recordaba
que yo siempre jugaba con el corazón
mientras que el resto solo apostaba monedas.
Pero esto no se trataba de un juego de azar
y yo sabía (y sé)
que quiero todo
o nada.
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