Los cambios necesitan tiempo, pero yo siempre he sido de correr. Del latido apresurado, de la respiración frenética, de los labios moviéndose antes de racionar o reaccionar. Quieren apuñalar mi arte. Eso lo sé. Lo he visto en cada minuto que desperdicio en esta pantalla. Los veo detrás de los algoritmos y el consumismo. Miro a mi alrededor y todo son matojos que nunca llegaron a florecer. Las horas perdidas se acumulan en el estanque donde chapoteo por intentar recuperar mi imaginación. Encerrado está el tiempo consumido e irrecuperable que nunca llegué a palpar. ¿Es realmente un robo si yo dejé que abrieran mi hogar y lo decoraran como ellos imponían? Pero de alguna manera siento que así es. Que esa sombra sigilosa se instaló en mi cabeza y clonó los pensamientos del exterior. Me quieren dócil tras la pantalla. El mundo sigue aplaudiendo a ideas vacías y sin contenido que se repiten una y otra vez. Noto a las almas derretirse en el sofá, mientr...
Abrirme las entrañas y vomitar lo que hay en ellas: eso es escribir para mí. Las palabras se dibujan en esta tierra esparcida de la que nacen mis sentimientos; a veces árida, a veces húmeda. Camina de puntillas por ella y cierra con delicadeza al marcharte, cuidado con los cristales.