Las palabras se extinguen, ¿no es eso?, si las toco se marchitan. Si acaricio al poema con uno solo de mis dedos se convertirá en polvo, ¿pero no es eso la poesía? lo decadente, lo fugaz, las cenizas de los espíritus que atormentan. O quizás soy yo, yo la que marchita, yo la que retuerce, amarra y desgasta palabras hasta que ya no dicen nada. Yo, la que las deja sin esencia, palabras sin fondo, palabras sin misión. Asesino palabras. Es como culpar a un árbol de echar raíces o a un cristal de cortar. Y a media noche se desgarra esa parte no humana de mí y dejo la ciudad plagada de cadáveres andantes, de palabras inconexas incapaz de encontrar jamás su significado. Un cortocircuito entre mente y cuerpo me devora. No tengo rimas. Soy poema inacabado, en pausa, sin ritmo, sin magia. Todas las horas se solapan en mi inte...
Abrirme las entrañas y vomitar lo que hay en ellas: eso es escribir para mí. Las palabras se dibujan en esta tierra esparcida de la que nacen mis sentimientos; a veces árida, a veces húmeda. Camina de puntillas por ella y cierra con delicadeza al marcharte, cuidado con los cristales.