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Mostrando entradas de julio 28, 2024

Efecto margarita

 Alguien mató a una mariposa al otro lado del mundo y ahora mis alas están marchitas. Una vez escuché que los abrazos también pueden conventirse en los cimientos de una casa, pero el viento la destrozó.  O quizás fue ese grito negro que me ardía en las entrañas, el mismo que me quitó la voz. Ahora mis pies caminan descalzos sobre un suelo repleto de cristales mientras doy pasos en círculo. Perdida, encontrada, muerta. Siempre será así, este juego infinito que todos parecen entender mientras yo aún sigo estudiando las reglas con el corazón desvordado en una mano.  Alguien incendió una margarita al otro lado del mundo y ahora yo vivo entre cenizas. Hoy y ayer y mañana son los mismos, el reloj ha vuelto a romperse y el tiempo no pasa, aunque solo para mí.  Los otros viven sus vidas de plástico mientras la mía se deshoja por no regarla.  Alguien perdió una guerra y ahora yo no puedo levantarme de la cama.

El despertar, de Alejandra Pizarnik

 Señor  La jaula se ha vuelto pájaro  y se ha volado  y mi corazón está loco  porque aúlla a la muerte  y sonríe detrás del viento  a mis delirios  Qué haré con el miedo  Qué haré con el miedo  Ya no baila la luz en mi sonrisa  ni las estaciones queman palomas en mis ideas  Mis manos se han desnudado  y se han ido donde la muerte  enseña a vivir a los muertos  Señor  El aire me castiga el ser  Detrás del aire hay monstruos  que beben de mi sangre  Es el desastre  Es la hora del vacío no vacío  Es el instante de poner cerrojo a los labios  oír a los condenados gritar  contemplar a cada uno de mis nombres  ahorcados en la nada.  Señor  Tengo veinte años  También mis ojos tienen veinte años  y sin embargo no dicen nada  Señor  He consumado mi vida en un instante  La última inocencia estalló  Ahora es nunca o jamás  o simplement...

El futuro, de Julio Cortázar

 Y sé muy bien que no estarás.  No estarás en la calle,  en el murmullo que brota de noche  de los postes de alumbrado,  ni en el gesto de elegir el menú,  ni en la sonrisa que alivia  los completos de los subtes,  ni en los libros prestados  ni en el hasta mañana.  No estarás en mis sueños,  en el destino original  de mis palabras,  ni en una cifra telefónica estarás  o en el color de un par de guantes  o una blusa.  Me enojaré amor mío,  sin que sea por ti,  y compraré bombones  pero no para ti,  me pararé en la esquina  a la que no vendrás,  y diré las palabras que se dicen  y comeré las cosas que se comen  y soñaré las cosas que se sueñan  y sé muy bien que no estarás,  ni aquí adentro, la cárcel  donde aún te retengo,  ni allí fuera, este río de calles y  de puentes.  No estarás para nada,  no serás ni recuerdo,  y cuando pi...