Le creció una caléndula
en el pecho y
diminutos fragmentos
de vidas pasadas
hacen mella en el cielo.
La pequeña riega de las raíces
de su costado
a la luna.
Pidiendo, rogando, suplicando,
una estrella.
En sus manos de tiza,
en su boca cosida,
la cesta de manzanas se cae.
Los cimientos antes levantados,
ahora llenos de polvo gris.
Todo vuelve a lo que era,
menos ella,
esperando entre las velas
consumidas.
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