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Apuntes sobre el silencio

Amado silencio, manantial de paz.

Ríos de caos golpean 

los frágiles cristales del inconsciente.

En penumbra, el caparazón se despoja.

Caretas y armaduras yacen lejos, 

desnudez embriagadora,

oculta para siempre.


Los poemas nacen y mueren en mi boca,

fuego contra demonios prisioneros.

Poemas desolados se lanzan al inmenso vacío

de lo nunca dicho.

Esqueletos de palabras

creados en la soledad más profunda,

robados de su esencia misma.


Afuera gritan, 

el tiempo se disipa en la neblina de lo perdido.

Aquí: quietud, calma, aire.

El tiempo es mío, 

¡no me lo arrebatéis!

II

Peso de cuerpo inerte,

sonido artificial de un día articulado. 

Estoy.

Deidades precipitan al origen de todo,

seres diminutos, 

delirios de grandeza.


Mil sombras pisan a la mía,

la pierdo entre ellas.

¿Estoy?

Soledad intacta frente al corrosivo tiempo.

El silencio: animal temido,

depredador y presa.


Las horas no callan,

las sombras no pausan,

el silencio ataca.

Alaridos de dolor devorados por él.

Mirada amarga, sonrisa azucarada.


La voz del viento enmudece,

el árbol tiembla,

raíces arrancadas.

Estaba.

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