Existe un pequeño prado, al sur de mi cabeza,
entre la imaginación y la memoria.
Lo creé hace años, con lápiz y papel,
cada día dibujo un nuevo trazo
cuando muero de silencio
cuando me difumino en la niebla
cuando me tambaleo en el espacio,
esparzo mis pensamientos allí
como semillas que riego con lágrimas.
Allí, al sur de mi cabeza
pequeños atardeceres
pequeños aguijones
pequeñas espinas
habitan en él.
Los colecciono, como un puzle infinito.
Cada pieza, un trozo de mi alma.
Allí la tristeza es trece,
yo el gato negro,
la alegría un girasol,
allí nada es real
excepto las palabras.
Un idioma secreto
que oculto entre comas, entre puntos,
en libros que nadie escribió,
en canciones que jamás existirán.
Nadie ha logrado nunca caminar
en ese prado,
jugar con los acentos,
bailar con las sílabas,
deletrear mis huellas,
mis miedos,
mis suspiros.
Nadie nunca.
entre la imaginación y la memoria.
Lo creé hace años, con lápiz y papel,
cada día dibujo un nuevo trazo
cuando muero de silencio
cuando me difumino en la niebla
cuando me tambaleo en el espacio,
esparzo mis pensamientos allí
como semillas que riego con lágrimas.
Allí, al sur de mi cabeza
pequeños atardeceres
pequeños aguijones
pequeñas espinas
habitan en él.
Los colecciono, como un puzle infinito.
Cada pieza, un trozo de mi alma.
Allí la tristeza es trece,
yo el gato negro,
la alegría un girasol,
allí nada es real
excepto las palabras.
Un idioma secreto
que oculto entre comas, entre puntos,
en libros que nadie escribió,
en canciones que jamás existirán.
Nadie ha logrado nunca caminar
en ese prado,
jugar con los acentos,
bailar con las sílabas,
deletrear mis huellas,
mis miedos,
mis suspiros.
Nadie nunca.
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