Reposas ya sobre paz.
Tus ojos de luz
ya no contemplan esta vida,
ni tus firmes manos
me sujetan para alcanzar al futuro,
ni tus abrazos curan heridas,
porque los fantasmas no sanan,
solo escuecen.
Y camino entre patios de colegio,
y toboganes donde una vez reí
y ahora me balanceo entre columpios sollozando.
La infancia,
ese parque de juegos sin finalizar,
ese lugar refugio que ya no, ya nunca.
Y repito una y otra vez
como una canción enfermiza
que hace sangrar a mis tímpanos
que tú ya no, ya nunca, ya solo recuerdo.
Sigues siendo mi diente de león
y mi estrella fugaz.
Pero también mi herida sin cicatrizar.
¿A dónde van las almas?
La mía murió aquel 13
y vaga perdida entre la gente
sin lugar a donde ir, sin nadie a quien aferrarse.
Estoy en medio de una tormenta
y no puedo ver entre el caos,
no puedo respirar,
no puedo vivir.
Tu recuerdo es como una puñalada
y llevo sangrando dos años.
No sé cómo termina el cuento
o si alguna vez empezó,
pero vuelve de las cenizas abuelo.
Tus ojos de luz
ya no contemplan esta vida,
ni tus firmes manos
me sujetan para alcanzar al futuro,
ni tus abrazos curan heridas,
porque los fantasmas no sanan,
solo escuecen.
Y camino entre patios de colegio,
y toboganes donde una vez reí
y ahora me balanceo entre columpios sollozando.
La infancia,
ese parque de juegos sin finalizar,
ese lugar refugio que ya no, ya nunca.
Y repito una y otra vez
como una canción enfermiza
que hace sangrar a mis tímpanos
que tú ya no, ya nunca, ya solo recuerdo.
Sigues siendo mi diente de león
y mi estrella fugaz.
Pero también mi herida sin cicatrizar.
¿A dónde van las almas?
La mía murió aquel 13
y vaga perdida entre la gente
sin lugar a donde ir, sin nadie a quien aferrarse.
Estoy en medio de una tormenta
y no puedo ver entre el caos,
no puedo respirar,
no puedo vivir.
Tu recuerdo es como una puñalada
y llevo sangrando dos años.
No sé cómo termina el cuento
o si alguna vez empezó,
pero vuelve de las cenizas abuelo.
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