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Ausencia de un amor

Las gaviotas
me trajeron tu recuerdo.
Vivo en esta constante
sensación de vértigo
que me causa tu ausencia;
lanzarme al abismo
es dejarte ir,
pero quedarme a los pies de este;
magullada, rota, desesperanzada
me atormenta cada día más.

Acaricio con mi alma
tu fantasma,
plagado de nostalgias,
contaminado por un futuro
del que sabemos muy bien
su final.

Camino con pies descalzos
en busca de un escondite
donde pueda vivir
sin traerte a mi memoria,
donde nosotros no existamos,
donde la herida al fin cicatrice.
Encontrar un lugar
donde el cielo
no me traiga de vuelta al pasado,
donde nuestras pisadas
se difuminen,
donde el viento
no resuene como tu risa burlándose de mí;
maltrecha, desechada, precipicio.
Donde el mundo
solo sean átomos
y no un pretexto para dibujarte en mi cabeza
a cada latido
y romperlo con tristeza al siguiente
para sentir que así
mitigo el dolor.

Todos mis pedazos
te buscan entre las gentes,
entre el ruido,
entre las sombras.
Mi vida se convierte
en una espera eterna
y mis suspiros se transforman
en el himno del desamor.

Las noches son frías
los corazones amargos
los días me pesan
las estrellas me duelen.
Y los eternos días
se convierten
en noches eternas.
Mas el mundo lo quiere así
y yo, que solo soy cenizas
asumo la condena
de caminar sin ti.

Te digo adiós porque te vas,
me despido aunque me quedo.
Porque sigo siendo
un alma triste y loca
e irremediablemente condenada.
Te digo adiós como quien se va,
aunque en el fondo sé
que nunca lo haré.



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